Todo ha cambiado irremediablemente. Dos navidades atrás tres botellones de vino velaban mi nochebuena, atrincherado en mi cama queriendo detener tercamente al puto tiempo (alguna vez pude hacerlo. Puto al fin), masticando como siempre la vieja historia del pasado a medias, tratando de llenar vacíos conocidos y respetados (mas nunca temidos). Dos navidades después, es ese mismo puto tiempo el que me está deteniendo; historias devoradas, inundadas de viejas palabras llenan lo que queda de esos vacíos siempre esquivos, pero descarados.
Aún estaré aquí para contarlo, aunque todo haya cambiado.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario