lunes, mayo 14, 2012

El Hueso




"Solo quiero pintar, nada más", fue lo único que atinó a decir. Se congeló el tiempo y el espacio por un instante, ninguno de los presentes esperaba tan corto pero contundente manifiesto. Los profesores mantenían la mirada fija en ese plano bicolor, era el último examen del semestre. Los alumnos, aunque pendientes de lo que le iba a tocar a cada uno en su momento, comenzaron a buscar alguna existencialista inspiración en sus trabajos, pensando en tan gloriosas palabras de quien menos pensaban era capaz de tal acto, de descuidado  y espontaneo hipnotismo momentáneo.

Hasta el momento nada hacia presagiar tan solemnes segundos; todo había transcurrido como estaba acostumbrado, ceñudos docentes con aire de conocedores de historias ocultas de artistas malditos y técnicas pictóricas perdidas en algún amarillo pergamino enterrado en uno de esos viejos desvanes coloniales. Aunque cada uno era muy popularmente conocido en la escuela por sus peculiares y muy excéntricas formas de expresarse. Era sabido que de los cinco solo dos ejercían, los otros tres habían reducido toda su expresión artística a sendos escritorios repletos de documentos para firmar, fichas que sellar e informes que hacer. Mostraban una mundial reticencia a referirse a su situación como burocrática, los típicos hombres de familia preocupados más por su situación económica que por las altas y filosóficas cavilaciones estéticas.

 Los otros dos, tenían en cambio ese halo de conocedores del óleo y los pinceles, más a fuerza de mano que de intelecto, aunque de diferente forma eran precedidos por sus superheróicos egos. Ambos tenían como inspiración telúrica andinas cosmogonías que se diferenciaban en estilos; el mayor de ellos, un tipo como cualquier otro, con facciones que delataban algún antepasado negro, medio zambo él, parecía tener cincuenta y tantos anuarios de arte en su vida, visionario mayor de rojos y  tierras en todos sus matices y tonos, con geometrías perdidas en una explosión de colores terrosos que recordaban a Szyszlo y Caballero, era posible vislumbrar en esas formas iconografía prehispánica, cierto neofigurativismo muy inclinado a lo andino, que evocaban muy sutilmente místicas momias Paracas, dibujos Wari y figurillas de Pikillakta; en los personal, era una tipo serio pero bonachón, de tragos de fin de semana y que no se permitía perder ninguna oportunidad de encontrarlos, era conocido por su lengua simple pero pesada, la cual intentaba densificar, hacer mas intelectual pero como dicen, lo que salamanca no da, natura no presta . 

El otro, del tipo andino más bien, era sabido que provenía de algún distrito desconocido y alejado del Cusco, tenia fama de haber sido alumno chancón y empeñoso, de hecho ya parecía haber pasado con holgura la tan mentada crisis de los cuarenta pues era delatado por una ya avanzada calvicie, larga y rala piocha y bigote; dedos agarrotados, que emulaban filosas garras consecuencia quizás de alguna infantil enfermedad y por la cual nadie se atrevía a preguntar; de verbo medido y parco, mirada fría y de escasa sonrisa, las que prodigaba sola y exclusivamente a su muy cercano e intimo circulo de amigos. Era un tipo conocedor de las nuevas tendencias y mercados de arte. Como docente promovía la incursión en nuevas posibilidades creativas; su pintura era de factura espontanea y libre, de mano segura y bastante trabajada. Su temática era andina también pero, a diferencia del anterior, tenia mucha predilección por los ukukos (representación folclórica de los hombres-oso, semidioses andinos) que hacen contritas peregrinaciones al nevado del Q'oyllor R'iti, cargados de bloques de hielo en las espaldas blandiendo coloridas banderas del imperio de los Cuatro Suyos.

Para completar el aquelarre artístico estaban cerca de diez aplicados aspirantes a artistas, trasnochados y con las ropas con puntos de colores cual psicodélicas mariposas producto de los los pinceles que, como tiradores de esgrima, descuidadamente usaron cual floretes en esas interminables idas con los lienzos. Era posible recorrer la mismísima historia del arte en sus trabajos, desde las cavernas de Altamira y Lascaux  pasando por el Näif de Rosseau, el arte metafísico de Chirico, el surrealismo de Dalí y Miró, el cubismo de Picasso y, claro, el infaltable Van Gogh con sus colores y fuertes trazos, empero, había un detalle: había que reconocer muy bien la obra de cada artista puesto que en muchos casos había antes que diferenciar las pinturas de las manchas de Rorschach para poder ver a los grandes pintores. Cada iniciado estaba nervioso buscando en lo más profundo y exquisito de sus mentes los mas rebuscados argumentos para justificar cada línea, cada pincelada y veladura en el lienzo además, evidentemente, de las cuestiones técnicas que se supone habían aplicado en sus académicos productos: composición, teoría del color, técnica pictórica, etc. En resumen, estaban tan sumidos en sus personales indagaciones espirituales que dichas palabras sonaron como la voz de Dios que majestuosa y divinamente grave los iluminaba desde el suelo, sí, suelo. (vaya si eran alucinados los pobres).

Manteniendo esa blindada dignidad alpinchista y el relajo inoculado en las venas, la flaca - que era como la llamaban en el taller - con sus vivaces ojos grandes y mostrando esa simpática sonrisa, en la que resaltaban sus incisivos dignos de Bugs Bunny, y luciendo, como era natural en ella, sus más vistosas galas clasemedieras, que constaban de una minimalista chompa turquesa de lana tejida, de diseño obviamente, una minifalda azul marino plisada y sus muy favoritos leggins, de los cuales seguramente tenia como tres docenas, y terminaba el maniquí fashion con unos zapatos de charol negro de lazo, de eso que tienen un discreto pero sonoro taco; hay que mencionar también las armas que relucientemente adornaban el pie de caballete, sus finísimos pinceles de marta y de cerda Grumbacher - en diferentes tipos y variedades y que eran muy difíciles de conseguir - el pomposo ramillete  de pinceles brasileños usados solamente para el manchado previo - no muy baratos en ese entonces -  sus enormes potes  de medio litro de pintura acrílica Winsor&Newton - no pintaba con óleo por la odiosa alergia - y para terminar, toda la parafernalia de pintura habida y por haber en el entonces incipiente mercado: espátulas de diferentes tipos y formas, aceiteras de diversos tamaños, lápices de color de marca, diversas paletas, borradores, limpiatipos, etc. Ah! no podía faltar su omnipresente neceser rosado y violeta, de esos que tienen varios compartimentos; presentó con orgullo y pose de modelo de televisión su obra maestra.

En un bastidor vertical, de metro y medio por un metro aproximadamente, un fondo azul, de ese azul cobalto salido del tubo sin ninguna corrupción, groseramente monocromático a tal punto que el cielo cusqueño, ese azul profundo que enamora pupilas, parecía contener todo el espectro de colores ante semejante lienzo. Ese, no era más que el discreto contexto que contenía el culmen de tan grandiosa obra de arte: un hueso blanco. Esos huesos de historieta, de los que persiguen y entierran las caricaturas de perros en cualquier serie de dibujos animados, esos que vemos en bolsas de alimentos para mascotas. Sí, ese mismo hueso.

La reacción inmediata de los docentes ahí reunidos, que como jueces y guardianes de la cultura de toda una nación y responsables de velar por la sólida formación intelectual de los hacedores de cultura de la sociedad, fue un largo y muy sesudo discurso sobre la historia, tradición, filosofía, sociología, ética, moral, ontología, estética, metafísica y psicología del arte para no antes concluir con un llamado a la consciencia, a la inversión responsable de los recursos materiales y morales, a los anhelos y deseos de cada alumno que en contra de las demandas laborales del mercado y, en algunos casos, pese a la oposición familiar osa estudiar arte, el encargado de tan sublime y profundo discurso fue el profesor de piocha y pobre bigote, pensando que esto sería el prolegómeno a un sustento conceptual postmodernista, de alta vanguardia, obtenido de las mas largas y superiores reflexiones sobre el mundo, la sociedad y todos aquellos males que los artistas suelen muy bien escudriñar en su entorno, de una meditación profundamente metafísica o talvez de una modernísima corriente artística de la cual ellos aún no habían oído hablar. 

Sin poder ninguno ocultar el estupor previo y mirándose el uno al otro como sorteando la cuchara para ver quien probaría tan extraña pócima, uno de ellos tomó la decisión e inquirió con malicia:

 "¿Cómo es que una alumna de tan prestigiosa escuela de arte presenta un cuadro de tales características y pretende ser promovida a un ciclo superior?" y pensando en dilucidar de una buena vez el dilema volvió a preguntar:

"¿Puede sustentar la conceptualización de su obra? ¿Qué es lo q pretende con ella?"

Luego de un par de segundos y un carraspeo discreto en la parte de atrás del taller la flaca dijo:

"Solo quiero pintar, nada más"

Superados esos segundos de silencio ritual, casi mágico, el espíritu libre del arte, de su capacidad inmanente de ser todo y nada al mismo tiempo, de afirmar todo y negarlo a la vez, cual pentecostés, iluminó las atolondradas cabezas de todos los presentes. En el silencio siguiente todos recordaron porqué estaban ahí.

La Flaca fue promovida pero después de un par de semestres sobrevino la diáspora del taller. Nadie volvió a hablar del hecho que aún se guarda en secreto en alguna virola de un sucio pincel gastado.

sábado, mayo 12, 2012

La Historieta del Nerd



Eran muy vapuleados y fastidiados, enormemente ninguneados en todo sentido. Esa inquietante actitud silenciosa, casi solemne al hacer o decir las cosas, esa aparente ingenuidad que a los demás molestaba incomprensiblemente. Un pequeño grupo de chancones, muy responsables y ensimismados en sus quehaceres, cuyas sonrisas controladas se blandían como advertencias de quienes serían los que clamarían venganza después, a quienes se empeñaban en ese perverso juego de menguar sus ya enjutas autoestimas.

Esos nerds, o chancones en nuestro lenguaje coloquial, los que vimos procesando tareas escolares de manera industrial y que luego en la universidad prosiguieron imperturbables el mismo viejo método escolástico infalible para la cosecha meritocrática de elogios y diplomas, de admiración de profesores, orgullo de padres y madres y, dignos ejemplos del sistema; sin embargo, el juego diabólico de equilibrar aquellas interminables batallas nocturnas entre su poco ego y su casi inexistente amor propio, perdidos en limbos de palabras y miradas condenatorias, han de cobrar algunas victimas, no muy lejos de ahí.

Franco era uno de estos muchachos que aunque no éramos muy amigos solíamos departir junto con algunos de su mancha (grupo de amigos), a la cual yo no pertenecía pero era parte de la diplomacia que como parte dirigente de los palomillas de salón me correspondía y promovía, dicho sea de paso. En ese entonces, finales de los ochentas, la chompa roja con prístinas líneas amarillas en los puños y ese brillante escudo de orden religiosa en el pecho le quedaba algo grande, todo por culpa de la actitud ahorrativa y hereditaria de su madre y,  de su pequeño y gordito cuerpo. Siempre se cuestionó el por qué sus gustos y preferencias no tuvieron nunca cabida en su closet... closet, cuadernos, zapatos, peinado, comidas... ideas que concluían en una interminable lista de cosas, acciones y deseos que al parecer por el momento no estarían bajo su control; pero que la vida pronto clamaría venganza, no por él sino, con ÉL.

Terminado el colegio dejé de saber de Franco, como suele pasar hay quienes se pierden para nunca más volver a saber de ellos o quienes están rondando por ahí como fantasmas y aparecen como caídos del cielo en alguna caminata callejera, o de aquellos que nunca se van de nuestras vidas, como cómplices de juergas y amores, y que nos gusta llamar en cada borrachera de confesiones: amigos.

Sucedió en esos últimos desesperantes años de universidad, de esas veces en que la pereza te acompaña a clases, en la que con ojos legañosos y con varios minutos de retraso a cuestas te diriges presuroso a una de esas cagonas clases de siete de la mañana, pero - desgraciadamente- muy importantes. Apretando el paso con el único cuaderno multicursos en la mano -que para ser sinceros era una vieja agenda empresarial de un par de años atrás- para cumplir la primera parada de tan somnoliento viaje a las aulas, la puerta de la universidad. En esa batalla contra el tiempo, perdido en pensamientos profundamente introspectivos respecto a mi extrañada cama una voz casi policial pronunció mi apellido paterno a mis espaldas, con cierto aire de familiaridad, con una seguridad digna de agente de policía, fue entonces cuando pensé: "¿¡Ahora q mierda hice!?", intentando recordar alguna vieja travesura de palomilla o talvez alguna épica jornada bohemia de los últimos días. Simultáneamente y en un muy felino salto gatuno volteo todo el cuerpo, con ese aire de palomilla pendenciero que me acompañó algunos años, y grande fue mi sorpresa al ver a un tipo más grande que yo - veo todo desde dieciocho decímetros - claro, era como mi cuerpo pero tenia varias horas de ese gimnasio que me era tan esquivo.

El tipo me miraba con una cara algo inocente, cual Winnie Pooh sobrealimentado, volvió a repetir mi apellido con ese halo de admiración y con un anunciado abrazo en ciernes. Confieso que me costó reconocerlo al principio pero luego caí en que era Franco, sí, Franco, el del cuerpo de tortuga y cara de estudioso compungido. Sin mucha prisa y con un extraño acento en su voz - de ese vivo recién salido de academia - me dijo para tomarnos unas chelas a lo cual sin ningún reparo acepté -pretexto perfecto para sortear las aulas - no sin preguntarme a la vez "¿qué demonios hizo este huevón para ser Hulk?".

Nos fuimos a una pequeña tienda muy cerca de la universidad, de esas que muy pertinente y responsablemente tienen una mesa caleta para sus sedientos clientes. Después de algunas pocas cervezas - ustedes me entienden - y algunos recuerdos escolares de palomilladas propias y ajenas - en su caso todas eran ajenas por obvias razones - y algunas anécdotas de vida de los años transcurridos llegó el momento de la pregunta de historieta al Hulk de Disney con el que brindaba:

"Oé, y... ¿qué pasó? ¿Cómo así es que creciste descontroladamente? ¿En qué momento?"

Fue entonces que comenzó la confesión con aires de venganza.

"¿Recuerdas cuando me jodían y cagaban en el cole?" - me dijo. Yo con cara de no estar enterado de nada asentí con la cabeza para luego concluir con un "¡Claro!" y proceder a tomarme mi cerveza de un solo trago. Ni bien terminaba irrumpió con:

"¡'Ta que huevada hu'ón! después del cole fue una huevada para mi, ¿recuerdas?. Seguían jodiendo incluso en la pre, era la misma huevada. Estaba cansado. En una de esas casualidades de la vida  entré al gym y ¡PUM! ¡la cagada! todo comenzó a cambiar, fue cuando me di cuenta que ya no sería el huevón de antes. A ver si ahora alguien se atreve a joderme. A ver quien chucha es el valiente".

Sus ojos brillaban con una seguridad que nunca antes recuerdo haber visto en su cara, sentí el sabor congelado de la venganza en sus palabras, caí en que para él el tiempo no había pasado, no le habían notificado que ya habían pasado muchos años y que ya casi nada recordaba al colegio, que ya muchos nos estábamos haciendo viejos y que ya "disfrutábamos" de otros complejos y traumas.

Después de semejante lección no lo volví a ver, salvo una presentación televisiva en programa concurso local en la que entonaba muy adecuadamente una balada. Dicen que el carácter y la personalidad son atributos que se ensañan con nosotros y que se niegan a dejarnos, hagamos lo que hagamos. Para mi Franco no dejará de ser ese chico cuerpo de tortuga, ahora un poco más desarrollada, que a pesar de parecer Hulk no es más que la versión Disney del mismo, esa "Mole" que lleva por dentro un tierno Pitufo, tan humano como todos nosotros. Me enteré que era médico y estaba trabajando en un centro psiquiátrico, ya casado y con una niña. Supongo y espero que sea feliz, de cualquier extraña forma en que lo sea, pero que lo sea.

Cuando termino de escribir hay algunas preguntas que rondan mi cabeza. ¿Qué habría sido de mi amigo si hubiera tenido una cuenta de Twitter? y ¿ Si a eso le sumamos hubiera estudiado periodismo? o ¿Tendrá twitter? ¿Será tuitstar?. Además de algunas otras que tú, mi muy tuitero / facebookero lector, sabrás plantear y responder.

Las analogías cuentan, siempre.

viernes, mayo 11, 2012

Sobre Brutos y Achorados




Las redes sociales son un interesante punto de partida para tener una consciencia real de las patologías que en todo rubro aquejan a la clase media peruana, esa clase media que se debate entre el tradicional esnobismo social e intelectual, que nunca quiere parecer pobre aunque lo sea o parecer tonto a pesar de "invertir" en costosos estudios, y su movilidad social, pues casi siempre está preocupado en escalar socialmente lo que, contradictoriamente, poco tenga que ver con su economía real.

A este respecto el debate ideológico-político en estos espacios es casi nulo, deficiente y carente de algún nivel epistemológico, al menos argumentativo o con un mínimo de sindéresis de quienes se suponen altamente preparados en instituciones educativas privadas de prestigio, hasta formación académica en el extranjero y de lo cual hacen gala directa o indirectamente, consciente o inconscientemente.
En esto incurren sectores tanto de derecha como de izquierda que, más allá de posiciones legítimas y democráticas, recurren al vilipendio, la grosería vulgar e insustancial propio de sectores marginales que muchos de ellos critican con la voracidad de hienas y profusa replana. 

Se han establecido algunos frentes claramente diferenciados, la izquierda y sus diferentes y atomizadas fracciones que discuten todo el tiempo sobre culpas ajenas y propias en el accionar del actual gobierno, dentro de los cuales podemos aún ubicar a algunos "desubicados" que a pesar de los deslindes ideológicos del gobierno permanecen ininmutables como fieles escuderos de los giros a la derecha que son ya innegables; por otro lado está la derecha, como bien llamó Tafur "derecha bruta y achorada", que se viene aglutinando para la defensa algunos ministros de este gobierno que ellos denostaban desde la sima del racismo y demás taras de las que adolecen y tienen latente, una constante en su ideario de nación.

Esta aglutinación  ya no tiene como referentes a políticos de vieja laya y mucho menos a periodistas o analistas políticos que cuales monjes zen procedieron a "autoincendiarse" gracias a muy inoportunos discursos, al menos no los tienen como referentes visibles y confesos, es más, reniegan públicamente de algunos de ellos sin deslindar sus simpatías con los argumentos matrices (como es el caso de PPK o Alditus, Ugarteche y alguno que otro por ahí), ahora se opta por nuevas figuras pero con nuevo lenguaje y el mismo viejo pensamiento.

Trataré uno de los casos más representativos y promocionado por medios como un referente a seguir en Twitter, aquella que aglutina a la más recalcitrante derecha que si bien alguna poca funge de "democrática y educada" deja traslucir su real forma de pensar, aquella que bien describió Nelson Manrique como "huayco racista". ¿Quién es la heliocéntrica "figura" que cual magneto de prejuicios atrae todo este espectro?: @elhigadodmarita.

El quién es o qué hace poco o nada importa para estos efectos ya que desvirtuaríamos el objeto de este post que tiene como primera idea escapar de falacias, especialmente ad hominem. Lo relevante es el discurso que esboza, pues no lo explicita del todo salvo pendencieros artículos personales contra colectivos o asociaciones sobre los cuales luego hablaremos. El discurso es muy viejo a pesar de la juventud de la muy "altamente educada" tuitera: el naftálico macartismo; la carencia de argumento explícitos, claros y estructurados; el afán de parecer "políticamente incorrecta"; el activismo de altoparlante, vociferante y repetitivo...

Continuará....

miércoles, mayo 09, 2012

Confesión Roja

Dicen que los comunistas tenemos algo parecido a lo que ustedes llaman corazón.

Crimen



Soy el asesino de tu voz
el que en la oscuridad de tu aliento
apaga incendios de rencor.

Soy el victimario de recuerdos mal nacidos
de victorias opacadas por las ansias
que regurgitan discretas alegrías.

 Soy el verdugo de tus penas
el que desintegra tus memorias
y flota en tus olvidos.

Sólo con el único propósito de poseer tu alma.





Tu Sonrisa

Carcomió mis pupilas
Se anudó en mi garganta
Condensó mi aliento
Revoloteó en mis entrañas


....


Fulminó mi pecho.


Un Segundo



He grabado mil historias en un segundo
dos instantes en un intaglio
en una xilografía un mundo.

Tic Tac



Pensar es también una forma de morir
como morir es una forma extraña de vivir.

Se vive un segundo y al siguiente se vuelve a morir
como vivir es matar un segundo en espera del siguiente.

He vivido intensamente así como de intensas fueron mis mil muertes
he muerto lentamente, augurando mi resurrección

Mi pronta irremediable y esperada resurrección.

Mi ansiada resurrección.







jueves, mayo 03, 2012

Tengo Estos Huesos Hechos A Las Penas



Tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes:
pena que vas, cavilación que vienes
como el mar de la playa a las arenas.
Como el mar de la playa a las arenas,
voy en este naufragio de vaivenes,
por una noche oscura de sartenes
redondas, pobres, tristes y morenas.
Nadie me salvará de este naufragio
  si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.